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Leyenda guatemalteca Hierve Piedra… Hierve

Por: Rocio Cetino | Actualizado el:
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Leyenda Guatemalteca Hierve Piedra Hierve
Descripción de la foto para personas con discapacidad visual: En la imagen se observa a una mujer sosteniendo a su bebé. (Créditos: Picakechinga).

La leyenda Hierve Piedra… Hierve fue un relato escrito por un autor guatemalteco, quién la dio a conocer en uno de sus libros publicados.

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Hierve Piedra… Hierve, es una leyenda escrita por el escritor guatemalteco Luis Garistú, que incluida en la segunda edición «Más uno» de su libro «12 Historias Reales que parecen Cuentos», lanzado en el 2020.

Leyenda guatemalteca Hierve Piedra… Hierve

Jimena estaba desesperada, Rocío, su niña de apenas tres meses de edad, no paraba de llorar. Los últimos diez días le parecían un infierno, su niña apenas dormía, comía muy poco y nada la tranquilizaba. La primeriza madre no encontraba la forma de hacer que su bebé descansara y la dejara a ella dormir un poco.

Con su esposo Manuel ya la habían llevado a tres doctores distintos, pero nada habían logrado, la situación seguía insostenible.

Descripción de la foto para personas con discapacidad visual: En la imagen se observa a un bebé llorando. (Créditos: Canva).

Uno de esos días por la tarde una de las vecinas, Carlota, pasó a saludarla y se dio cuenta de la situación y el estado en que madre e hija se encontraba.

  • Ay mija. Le decía Carlota a la joven madre. Se me hace que su nena ojeada está.
  • ¿Ojeada?, ¿Qué es eso doña Carlota?
  • Mire mija, no se me aflija ni se asuste con eso, son cosas, costumbres, secretos de nuestros abuelos que decían cuando un niño se pone así como está su hijita y los doctores no dan con el mal que les afecta es porque alguien de alguna manera les afectó su espíritu.

La joven mujer no entendía a qué se refería, pero Carlota con pena pero con mucho cariño le recomendó que llevar a su nena donde don Jacinto, un anciano quekchí , que según decían era Chamán, una especie de curandero que se especializaba en curar esas cosas que uno no se logra explicar.

Descripción de la foto para personas con discapacidad visual: En la imagen se observa a un hombre indígena de la tercera edad. (Créditos: Pinterest).

Con un gran escepticismo, Jimena llegó a la humilde vivienda de Don Jacinto, era una casa de paja con paredes de varillas, muy comunes en las aldeas de Cahabón en Alta Verapaz.

Fue recibida por el mismo anciano que la invitó a sentarse en un tronco que servía de sillón en aquella estancia. La madre le contó con lujo de detalles los síntomas y el malestar de su niña mientras este la miraba con mucha atención.

Luego de unos instantes le confirmó que su nena estaba ojeada. Le explicó que muchas veces los niños, por tener su espíritu muy débil, son influenciados por el carácter fuerte o abrupto de personas con las que se encuentran en la calle. Inclusive, personas en estado de ebriedad o goma, pueden crearles malas influencias a los niños induciéndoles ese tipo de malestares.

  • Tenés que recordarte vos patoja, si pasaste alguna cosa que te impresionara, alguna cólera o molestia, o algún bolo que viera a tu hija.

Jimena comenzó a escarbar en sus recuerdos, pero no lograba encontrar nada que le pareciera el origen del mal de su hija.

  • Fíjese, don Jacinto. Dijo por fin. Lo único que yo recuerdo es que ya estaba en el último mes de mi embarazo, cerca de la casa donde yo vivía una señora que tiene entre sus animalitos unos patos. Pues resulta que a una de las patas le acababan de nacer como ocho o diez patitos y resulta que yo pasé por su casa. Días después ella me encontró y me reclamó que por mi culpa, por haberlos visto, estando yo embarazada, hice que dos de ellos se murieran. La señora estaba muy enojada contra mi y me gritó muy fuerte diciendo que por haber visto a sus patos se le habían muerto.
Descripción de la foto para personas con discapacidad visual: En la imagen se observa a un pato nadando en una laguna. (Créditos: Canva).

El anciano se quedó pensativo y dijo:

  • Cabal, eso fue vos, ella te ojeó a tu hija, por eso ella está muy llorona y nada la calma. Pero tranquilizate, vas a hacer lo siguiente…

Don Jacinto le dio las instrucciones y Jimena estaba empeñada en llevarlas a cabo al pie de la letra. Esa misma tarde se dirigió al riachuelo que pasaba cerca de su casa y buscó tres piedras de regular tamaño, que como le había dicho Don Jacinto, debían ser de las más sólidas.

Descripción de la foto para personas con discapacidad visual: En la imagen se observan varias piedras en medio del campo. (Créditos: 123RF).

Por la noche, con la ayuda de su esposo, encendió una fogata en el patio de su casa, puso a calentar una de las piedras hasta el punto que esta se puso roja por el calor, preparó una tina de lata con suficiente agua y, según las instrucciones, echó la piedra en el agua.

Esto provocó que el agua se calentara inmediatamente y levantara una nube de vapor, sobre la cual y cubierta con una colcha debía sostener a su nena dejando que esta la absorbiera, luego debía bañarla y dejar que reposara lo mejor posible en su cuna. Esto se repitió dos días más.

Increíblemente, al tercer día, la niña durmió profundamente y su malestar desapareció por completo, se había curado del «mal de ojo».

Referencias

  • Libro: 12 +1 Historias Reales que parecen Cuentos. Autor: Luis Garistú. Recuperado el 3 de agosto de 2023.
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