La leyenda de los tres hermanos miedosos es una tradicional historia del departamento de Jutiapa. Una trágica historia que narra las consecuencias de compartir el amor por una misma persona y el conflicto familiar de los hermanos.
Leyenda
Vivía en un pueblo una muchachita muy bonita pero tan bonita, que tres hermanos comenzaron a enamorarla. Ella los oyó a los tres y no sabía cómo decirles que no sin que se pelearan.
Esto fue lo que se le ocurrió al fin:
Primer hermano
Llegó el mayor a declararle su amor, ¿De veras me quieres tanto? —le preguntó.
—Ay, niña, tanto te quiero, que haría cualquier cosa que me pidieras.
—Bueno, ¿irías a cuidar a un muerto en el cementerio?
—Sí.
—Ven en la noche, el muerto estará listo, lo llevarás al camposanto.
—Bueno.
Segundo hermano
Al rato llegó a declararse el segundo hermano.
—Haría lo que me pidieras, para que supieras cuánto me gustas.
—¿De veras?
—Claro.
—Pues esta noche harás como si fueras muerto.
—Aceptó y le tomaron las medidas para hacerle su caja.
Tercer hermano
Ay, niña, eres mi amor. Haría por ti lo que me ordenaras.
—¿Harías de diablito?
—De lo que pidas y mandes.
Entonces lo citó para la noche.
La preparación
Cuando llegó el que iba a hacer de muerto, lo amortajaron y lo metieron al ataúd.
Al rato llegó el que debía cuidarlo y le dio cuatro cirios y lo mandó al panteón con el difunto a velarlo.
Al menor lo vistieron con un traje cubierto de latas agujeradas. Cada lata llevaba una vela encendida dentro, le pusieron cuernos, y de pronto, salió lanzando destellos y chispas, tintineaba al caminar.

Imagen con fines ilustrativos (Foto: arescronida.com)
El desenlace
—¿Y qué debo hacer? —preguntó.
—Ve al panteón y te pones a dar de brincos.
—Llegó al panteón y aunque con miedo, comenzó a saltar.
—¡Ave María Santísima, qué es eso! —gritó el que estaba velando y se echó a correr.
—¡Jam, un diablo! —gritó el muerto y escapó.
—¡Un muerto que corre! —gritaba el diablito al emprender la huida.
El primero volteaba y veía que lo perseguían, no paró hasta llegar a su casa y se aventó a su hamaca.
El segundo para escapar del diablo, se escondió en la misma hamaca.
El diablo con el susto, ni vio que el muerto venía delante de él y se fue a encontrarlo en su mismísima hamaca.
Cuando se dieron cuenta de la broma y de su miedo, dejaron en paz a la muchacha, ni la volvieron a ver y ni adiós le dijeron.
Referencia
- (2015). Leyenda de los Tres Enamorados Miedosos. Jutiapa, Guatemala. Recuperado de https://goo.gl/zr3ZVz