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Leyenda del Maíz Blanco

Por: Leslie | Actualizado el:
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Leyenda de Guatemala del Maíz Blanco
(Foto: 2000agro.com)

En Quiché se originó la tradicional leyenda del Maíz Blanco, conoce esta historia de amor, donde la pareja debía conseguir semillas de maíz.

Leyenda

En la localidad guatemalteca de Cinach-Mecallo vivió una joven que gustaba pasar su tiempo libre nadando en las aguas de una laguna oculta entre las grutas. Era la hija menor del señor de la comarca.

Una tarde, mientras se bañaba, una extraña voz se dirigió a ella: —cruzando la laguna, hallarás las huellas de un varón mozo. Si deseas conocerlo, síguelas.

Profundamente intrigada, la jovencita decidió obedecer la voz, salió del agua y observó las huellas, aún sin comprender el propósito de su misión. “Sigue las huellas”, volvió a hablarle la voz. En la otra gruta, él estará esperando por ti.

Así lo hizo y al llegar a la caverna observó a un hombre sentado sobre una roca, con una brillante capa de plumas. —”Acércate, no te haré daño”, le dijo. —Soy el príncipe de los murciélagos, te he visto en la laguna, he querido que vengas porque deseo que seas mi esposa.

Leyenda guatemalteca del Maíz Blanco

(Foto: cuentosdedoncoco.com)

El príncipe continuó hablando, ante el asombro de la joven: —Pero si aceptas, debes saber que me alejaré con frecuencia.

La muchacha aceptó su propuesta, con la mirada fija en él, como si estuviera hechizada, al poco tiempo se casaron y apenas unos días después, miles de ratones invadieron los campos y se comieron todo el maíz amarillo.

¡Ese extraño casamiento está siendo castigado por los dioses! —exclamaba la gente con desesperación.

Entonces, el señor de Cinach-Mecallo mandó a llamar a su hija y para detener las murmuraciones, le ordenó buscar nuevas semillas de maíz, bajo pena de muerte si no le obedecía, así como mandaba la ley.

Leyenda de Guatemala del Maíz Blanco en Quiché

(Foto: contextoganadero.com)

La joven buscó las semillas por todo lugar, sin ayuda de su esposo ausente, cansada, se refugió en una gruta, quedándose dormida.

Al despertar, el príncipe de los murciélagos estaba allí, diciéndole con suave voz: —confía en mí, esposa. Dile a tu gente que prepare la tierra para el sembrado, esta luna llena arrancarás tus dientes y luego los sembrarás. Te prometo que no sentirás dolor, y que harás nacer un hermoso maíz.

Desde entonces en Cinach-Mecallo crece maíz de grano blanco como los dientes de la joven y el pueblo jamás volvió a pasar hambre.

Referencia

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