La leyenda de las tablillas que cantan es un relato que el escritor guatemalteco Miguel Ángel Asturias recopiló a través de las historias que se contaban en Guatemala de boca en boca. Precisamente, esta narración fue publicada en su libro Leyendas de Guatemala en 1930 y aquí te presentamos con un pequeño resumen de dicho cuento.
Leyenda de las tablillas que cantan
El relato habla acerca de unas tablillas cubiertas de símbolos y signos pintados para el canto y el baile. Eran colocadas en templos antes de que amaneciera por los Mascadores de Luna. Dichas tablillas eran fragmentos de himnos a los dioses, cantos de guerra en fortalezas y canciones floridas.
Las tablillas eran cantadas desde los templos y casas de la población. De hecho, si eran elegidas, los autores de dichas tablillas eran premiados y coronados con ofrendas. Pero las que no se cantaban eran encendidas en fuego de los murciélagos. Los Mascadores de Luna que habían sido rechazados se iban a los bosques para componer nuevos cantos y pintar nuevas tablillas.

(Foto: María Aguilar Balsells)
Hasta siete veces podían podían hacer esto, en siete ciclos de la luna. Si esto sucedía y las tablillas de un Mascador de Luna era rechazada 7 veces, caía sobre él el peor de los castigos. Era sacrificado en medio de danzas y una tablilla hecha de chocolate y en forma de corazón se le sacaba del pecho.
Utuquel
Uno de los Mascadores de Luna llamado Utuquel ya había participado 6 veces. Esta era su séptima vez intentando ser coronado. Así que se dirigió al templo del Dios de la Lluvia. Y dejó allí su tablilla que era un canto a los vegetales fantasmas, árboles que fingen esqueletos de guerreros en lucha.
«Yo, Utuquel, Mascador de Luna solitario, seré mañana sacrificado de corazón de chocolate,» —exclamó presintiendo que sería rechazado una última vez— «no tejeré más la estera de palabras sin precio, tejeré cenizas, tejeré flores marchitas… Pero ¡no…! por qué yo, yo que si hablo hago el presente, si callo hago el pasado y si hablo dormido hago el futuro…»

(Foto: Jef Ruiz Photographer | FB: @JeffRuizPhotography)
Finalmente, su canto fue elegido y se comenzó a entonar. Pero Utuquel se quedó horrorizado cuando se dio cuenta de que su tablilla se hizo realidad. Una tormenta avanzó descuartizando ceibas y dejando humo, esta derribaba palmeras y cocales de hojas que eran tenazas de alacranes.
Quiso pedir perdón por su magia, negar su canto y desconocer su creación. Entonces todo se calmó y comenzó una ceremonia. Un guerrero le dio el nombre de Flechador de Cantos de Guerra al ganador Utuquel. También le entregó el dardo de la noche adamantina.

(Foto: Despierta Tu Mente A Lo Desconocido)
Utuquel sostuvo su tablilla frente a los capitanes allí reunidos. Cada uno se detenía y soplaba signos pintados en ella para avivar sus colores, símbolos y magia. De repente el Caudillo jefe de la Fortaleza Espejeante borró de un soplo lo que el poeta había escrito en la tablilla premiada.
Entonces Utuquel depositó su tablilla en blanco en lo más alto de uno de los volcanes. Esta se convirtió en una de las nubecillas de donde nacen los colores del arcoiris.
Referencias
- Asturias, M. Leyendas de Guatemala. Recuperado el 1 de marzo del 2018, de https://goo.gl/U3Tt3F